Editorial Noticias UNGASS

Cobertura Universal Sanitaria: Mucha alarma y pocas acciones

En la 76ª Asamblea Mundial de la Salud y la subsiguiente reunión del Consejo Ejecutivo, la Organización Mundial de la Salud, manifestó que  “los Estados Miembros expresaron su alarma por el hecho de que millones de personas no tengan acceso a unas intervenciones que salvan vidas y mejoran la salud. El gasto directo en atención de salud tiene unos efectos catastróficos para más de 1000 millones de personas, y arroja a la pobreza extrema a centenares de millones. Esta situación ha empeorado a causa de la COVID-19”.

De esta manera, los Estados Miembros que participaron en la Asamblea Mundial de la Salud respaldaron la próxima reunión de Alto Nivel sobre Cobertura Universal Sanitaria (CUS) que tendrá lugar en septiembre, junto con otras dos reuniones de alto nivel para Tuberculosis y Prevención, Preparación y respuesta a las pandemias. Como todas las Asambleas Mundiales de Salud, una larga y diversa lista de declaraciones fueron suscriptas por los países participantes, la experiencia ha sido que la retórica no vendrá acompañada con acciones concretas, y compromisos políticos y financieros.

Unos de los pilares conceptuales de la Cobertura Universal Sanitaria es el acceso a la salud para todos y todas, sin dejar a nadie detrás. Curiosamente a días de concluida la Asamblea vemos a países, mas golpeados por ejemplo por la epidemia del VIH/sida, promover la persecución y criminalización de las personas LGTBIQ+, lo que además de ser una violación a los derechos humanos, lo es también al derecho a la salud. Hay una disociación peligrosa en el discurso de los Estados y sus gobiernos que giran más a la derecha, a una mirada conservadora y la supuesta defensa de los valores y la cultura local, que son una de las principales barreras estructurales para el acceso. La perniciosa tendencia anti-derechos en los países de África, Europa del Este y Latinoamérica avanza también levantar muros para que no se sigua promoviendo los Derechos Sexuales y Reproductivos, como la libertad de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos con similar pretexto de ser una agenda ajena impuesta por los gobiernos de occidente.

Otro pilar de la CUS es reorientar la inversión y acciones prioritarias al nivel de la atención primaria de la salud. En línea con los compromisos y las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Declaración de Alma-Ata y la Declaración de Astaná de la Conferencia Mundial sobre Atención Primaria. Acuerdos y declaraciones que vienen promoviendo que los servicios de atención primaria deben ser de calidad, seguros, integrales, integrados, accesibles, disponibles y asequibles. Esto requiere profesionales de la salud bien formados, competentes, motivados y comprometidos. La Pandemia de COVDI-19, no sólo expuso la pobre resiliencia de los sistemas de salud en general, sino en particular la debilidad, vulnerabilidad, y en algunos casos ausencia total de la atención primaria en salud. Así también, los acuerdos arriba mencionados reconocen el valor que las organizaciones no gubernamentales y comunitarias como parte de una red de atención primaria en salud, de nuevo, durante la Pandemia, todos los recursos que fluyeron por los países más vulnerables se centraron en el nivel central y en la atención terciaria, saturada y superada por la demanda, cuando muchas personas con COVID-19, sin mayores compromisos de salud pudieron haber recibido atención en el nivel comunitario.

En la 150ª reunión del Consejo Ejecutivo de la OMS en febrero de este año se reconoció que hay una falta de 15 millones de profesionales de la salud en los países de renta media y baja, como así también que el 70% de los trabajadores de la salud son mujeres, y que las desigualdades de género erosionan cualquier mejora en el desempeño de estos sistemas. Los países enfrentan serias dificultades para retener a los profesionales de la salud y fallan en proveer, además de ingresos dignos, los más esenciales equipos de protección personal que dejará en evidencia la Pandemia.

Los Estados Miembros insistieron en la importancia de demostrar el mayor grado de compromiso político en la reunión de alto nivel de septiembre a fin de llegar a una declaración sobre la CSU que sea concisa y esté orientada a la acción. La pregunta necesaria es de aquí a septiembre que es lo que los países y sus gobiernos planean hacer para reconstruir los sistemas de salud. También, recuperar las oportunidades del diagnóstico precoz y tratamiento de las enfermedades, a la vez de prepararse para futuras crisis de salud globales, que bloquean y ponen en riesgo todas las ganancias en salud.

Las reuniones de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la cobertura sanitaria universal, la Tuberculosis y la prevención, preparación y respuesta a las pandemias no son un fin en sí mismo. Sino un mecanismo de rendición de cuentas y reformular el compromiso con metas claras y medibles. Poco probable que suceda, porque en estas reuniones, los Estados Miembros, por medios de sus ministros o incluso jefes de Estado, prodigan de largos discursos sobre lo bien que están haciendo las cosas. Sin un honesto diagnóstico de los desafíos y brechas poco se puede delinear acciones para mejorar la situación actual. La Asamblea pide a la Secretaría que presente informes sobre los progresos en la aplicación de esta resolución en 2025, 2027 y 2029.

Nuestros gobiernos no necesitan esperar a la reunión de Nueva York de septiembre para, por ejemplo, priorizar el espacio fiscal para la salud, pues ningún sistema sanitario podrá garantizar el acceso y la cobertura en forma sostenida sin una inversión doméstica. Mejorar la gestión, eficiencia, transparencia, reduciendo el impacto del costo individual para el acceso a prestaciones de salud, son compromisos de vieja data y la pandemia ha sido quizás la excusa perfecta para postergar los avances y la rendición de cuentas. Con sistemas de salud, más y más fragmentados, y con un persistente abandono de las personas más pobres y vulnerables, incluyendo con especial énfasis migrantes y desplazados en contradicción con el principio de “una sola salud”, cientos de millones de personas que no podrán esperar hasta que mágicamente de cristalicen los compromisos en el 2030.

No hay señales claras que las tres reuniones de Alto Nivel vayan más allá de un ejercicio dialéctico de monólogos de buenas intenciones en el salón de mármol verde. El sólo hecho que el presidente de la Asamblea General, el secretario general de las Naciones Unidas, la OMS y los Estados Miembros hayan concedido tres reuniones de alto nivel caso simultaneas, potencialmente expone a que una sufra de menor importancia y al mismo tiempo demuestra que seguimos con una mirada fragmentada de la salud. Nadie discute la importancia de cada reunión de alto nivel y todos los sectores están apoyando para el éxito de los tres eventos, pero no podemos conceder la omisión de las intersecciones entre estos y otros temas de salud. Aquí el medio puede afectar al fin, de una respuesta sanitaria cercana a la gente integral e integrada.

País: Internacional

Acerca del autor

Javier Hourcade Bellocq

Editor responsable de Corresponsales Clave y Representante Regional de América Latina y el Caribe | Argentina
Organización:International HIV/AIDS Alliance

Javier Hourcade Bellocq es el Editor Responsable de Corresponsales Clave y trabaja en VIH desde 1987. Fue uno de los fundadores y el primer Secretario Regional de la Red Latinoamericana de Personas Viviendo con VIH (RedLa+). Desde 2003, Javier trabajó para la International HIV/AIDS Alliance (Frontline AIDS), primero como Oficial de Programas Senior a cargo del programa de la Alianza en Ecuador, y desde 2005 como Representante Regional para América Latina y el Caribe. Javier es miembro de la Delegación de las Comunidades de la Junta del Fondo Mundial y fue Miembro de la Junta del Fondo Mundial entre 2006 y 2009. Está basado en Buenos Aires, Argentina.

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