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Poblaciones clave en pandemia

El pasado 2 de septiembre, en el XVIII Simposio Científico Fundación Huésped 2021, se presentaron las migrantes, las pobres, las trabajadoras sexuales y las cartoneras para hablar sobre sus experiencias durante la pandemia. En este encuentro se dejó ver, de manera muy clara, además del peso de la pobreza, la necesidad de la interseccionalidad en las intervenciones sociales y sanitarias.

Inés Aristegui y Constanza Lupi de Fundación Huésped moderaron el encuentro que contó con la participación Georgina Orellano, trabajadora sexual; Máxima Pérez Matos, migrante; Susana Izaguirre, recicladora urbana, y Karina Callas, de barrios populares.

Sesión sobre poblaciones clave en el XVIII Simposio Científico Fundación Huésped 2021.

Con sus particularidades, todas las experiencias de dificultad de las “poblaciones clave” en  Argentina: trabajadoras sexuales y recicladoras urbanas, migrantes y población de Villas o barrios populares, por las medidas de confinamiento en respuesta a la crisis sanitaria del COVID-19 comienzan  por el relato de la precariedad laboral antes de la pandemia. Todas sus historias se tocan: hablan del trabajo al margen, de migración, de ausencia de servicios, de hoteles precarios, de abandono y violencia institucional. Por ejemplo, una mujer puede ser migrante (sin documentos), trabajadora sexual o cartonera y vivir en un sector popular. Es decir, atraviesa diferentes barreras que hicieron cuesta arriba “mantenerse a salvo” durante el confinamiento.

La plenaria de las poblaciones clave del XVIII Simposio Científico Fundación Huésped 2021, no  comenzó con un tema médico o científico, sino con la discusión sobre el cierre de los accesos a la Ciudad de Buenos Aires al comienzo de la cuarentena, lo que trajo como consecuencia que las personas que trabajan como recicladores urbanos, no pudieran acceder a la ciudad donde han trabajado por años. En principio no los consideraron primordiales, hasta que la basura se hizo evidente poniendo luz sobre su esencial trabajo. Susana Izaguirre, como representante de los cartoneros y cartoneras, denunció la discriminación en los espacios públicos y el aumento de la violencia institucional.

Esta experiencia fue parecida a las relatadas por Georgina Orellano, que nombró a las trabajadoras sexuales, sumando al cuadro de experiencias las amenazas de desalojos en los hoteles precarios donde muchas de estas mujeres viven, el acoso policial, las dificultades de muchas personas para acceder a tratamientos hormonales o antirretrovirales por miedo a ir al hospital y por las restricciones en la circulación: “de un momento a otro muchas personas quedaron completamente desconectadas de sus médicos y centros de salud”, mencionó la ponente.

Con respecto a las personas migrantes Pérez Matos, además de todo mencionado, agregó la dificultad para el acceso a la documentación que permitió gozar de los beneficios sociales dispuestos como alivio a los efectos de la pandemia. Por último, Karina Callas, de la Villa 31, donde viven 50.000 personas (70% migrantes y 70% trabajadores precarizados y feriantes) describió que durante la pandemia “sufrimos mucho”, pues la falta de agua (casi un mes) se convirtió en un problema para el aseo necesario como medida para prevenir el COVID-19.

Además, todas las ponentes hablaron de las dificultades para el acceso a la tecnología, ya sea porque las personas no tienen aparatos tecnológicos o porque su acceso a internet es precario o nulo. Esto sumó algunas barreras para poder gozar de servicios disponibles en el periodo de confinamiento. En resumen, la falta de ingresos y las condiciones de vida hicieron que la pandemia se viviera de forma desesperante, difícil, sufrida.

Frente a esto, las referentes narraron diferentes formas de afrontamiento. Desde sus espacios habilitaron redes de apoyo en diferentes ONG, Fundaciones y reclamaron a instancias de gobierno. Afianzaron los que había y crearon nuevos comedores y ollas solidarias para responder a la necesidad concreta de la alimentación de gente que perdió su ingreso diario. Visitaron los hoteles para sensibilizar a los y las dueñas para hacerles saber la prohibición de desalojo y apoyaron a sus agrupaciones en el manejo de las tecnologías. Crearon fondos de emergencias y abrieron el espectro de la solidaridad.

Todavía hay una enorme incertidumbre sobre el futuro respecto a los efectos del COVID-19, aún no se conoce a profundidad los efectos económicos y sociales del confinamiento. En lo que sí hay claridad es que las posibilidades de hacer frente de manera individual dependen, en gran medida, de los recursos concretos que cada quien tiene y esto es inaceptable.

País: Argentina

Acerca del autor

Constanza Armas

Psicóloga | Argentina
Organización:

Soy venezolana, migrante, feminista. Creo que la participación en los temas públicos de la sociedad civil organizada son la clave para una democracia verdadera. Creo en la libertad, por eso soy activista por los derechos humanos. Creo que todxs merecemos ser nombradxs, por eso intento tener mirada de género. Soy una indignada por los crímenes de lesa humanidad que ocurren desde hace años en Venezuela. Desde estos lugares escribo.

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